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La restauración del significado primigenio sagrado de la poesía
del simbolismo poético moderno es la razón. La poesía moderna no
conoce la inspiración divina ni el simbolismo espiritual: por este
motivo es incapaz de superar el dualismo “racional-irracional” en
una instancia suprarracional. El veleidoso y caprichoso simbolismo
subjetivo moderno es un simbolismo que busca, mientras que el
simbolismo espiritual es un simbolismo que sabe. El poeta moderno
idealiza incluso lo búsqueda por la búsqueda misma, sin saber cuál
es el objetivo de su indagación. Esta actitud tiene una similitud
notable con los moldes de la mentalidad científica de la época.
Es importante destacar que el conocimiento erudito del simbolismo
espiritual no basta para otorgar a la obra poética una calidad
espiritual genuina. El poeta debe estar capacitado para ejecutar
el actus primus contemplativo (dhyana). Sin un largo trabajo de
asimilación efectiva de un grado espiritual superior, el simbolismo
espiritual no puede ser correctamente comprendido y aplicado y se
reduce a ser una acumulación de saber erudito y una vaga y
frustrada aspiración a la transcendencia, o es degradado al ser
utilizado como instrumento para la obtención de efectos sorpresivos
y novedosos. Los símbolos, mitos y ritos tradicionales son elementos
auxiliares imprescindibles para la conquista de un estado mental
superior. La moderna fantasía del absurdo perdió por completo su
relación con el simbolismo sagrado, por lo cual perdió también la
dimensión cognoscitiva del lenguaje poético. La consecuencia de
esta evolución degradante fue la obscuridad y la frustración de la
aspiración transcendente en la poesía moderna. Los poetas se
dedicaron exclusivamente a obtener efectos estéticos, a
experimentar y a desarrollar las técnicas de despertar emociones. El