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La restauración del significado primigenio sagrado de la poesía
En sus orígenes la función de la poesía era sagrada. La poesía
moderna, como así también el Estado moderno, se ha apartado de
los principios espirituales. En la Edad Media cristiana y escolástica, la
idea que se tenía del arte y de la poesía no difería en lo fundamental
del modelo oriental. Pero a partir del Renacimiento el arte europeo
comenzó a tornarse individualista, esteticista y extrovertido. El
paradigma oriental del arte permaneció inalterado, pero la difusión de
las concepciones europeas modernas sobre el arte y la literatura
provocó también en este terreno una escisión entre Oriente y
Occidente.
Según Santo Tomás de Aquino: Pulchra enim dicuntur quae visa
placent (Belleza es aquello que agrada a los sentidos). Según este
enunciado, la belleza tiene por finalidad deleitar los sentidos. Ahora
bien, la belleza a la que se hace referencia aquí es la apariencia
exterior o superficie estética de la perfección cognoscitiva. El deleite
estético sólo es aceptable a condición de despertar por su intermedio
el anhelo del conocimiento. La hermosura es legítima como
invitación al conocimiento, no como fin en sí misma.
En esto difiere de la estética moderna, que busca la delectación
estética como fin último. La estética moderna se limita a la superficie
estética, que incluye el nivel sensorial y emocional. El significado
esencial de la palabra “estética” es “percepción con los sentidos” y
sobre todo con las emociones o sentimientos. La experiencia estética
sin conocimiento es una facultad irracional que poseen también las
plantas y los animales. La experiencia estética sin cognición es
pasiva y no exige la participación dinámica, estimativa y valorativa,
del receptor. La doctrina tradicional de la belleza aspira en cambio a