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Carreira (2016) también sostiene que la ciencia tradicional parte de la
presuposición de que lo único que existe es la materia. Entendiendo
que materia es todo aquello y solo aquello que actúa por una de las
cuatro fuerzas, a saber: gravitatoria, electromagnética, nuclear fuerte
y nuclear débil, argumenta el científico que es harto evidente que en
el ser humano existen fenómenos que no pueden explicarse con
esas cuatro fuerzas y, por lo tanto, no pueden explicarse en términos
de la materia. De esta manera se explica que existe una realidad
distinta a la materia como causa de esas actividades, que esta
realidad desconocida es distinta a la realidad material y que el
espíritu es parte de esa fuerza inexplicable.
Experiencias espirituales y el cerebro
Las personas que han tenido una experiencia espiritual a menudo
informan sentimientos de alegría, paz y calidez. Una reciente
investigación ha encontrado que durante estas experiencias
espirituales se activan ciertos centros de recompensa en el cerebro
(Rettner, 2016). Según este estudio, realizado por la Universidad de
Utah en 2014, se encontró que entre las personas devotamente
religiosas los sentimientos espirituales activan las mismas áreas del
cerebro que otras experiencias gratificantes y placenteras, como el
amor, el sexo y las drogas.
El investigador Jeffrey Anderson, neurorradiólogo de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Utah, comenta que apenas se está
comenzando a comprender cómo el cerebro participa en
experiencias que los creyentes interpretan como espirituales, divinas
o trascendentes y agrega que en los últimos años las tecnologías de