Page 87 - Revista Amanecer Online AGO/SEP 2022
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AMANECERONLINE  El fantasma de la fiebre amarilla                            85



 En realidad todavía se ponía en duda si el brote correspondía o no a la   masa creciente de enfermos. Algunos murieron en el cumplimiento
 fiebre amarilla. Recién en las postrimerías del mismo mes, el Dr.   del deber. Entre ellos José Penna, quien ordenó la primera cremación

 Wilde afirmó que la epidemia correspondía a la citada fiebre, a pesar   de  un  paciente  fallecido  a  causa  del  mal.  En  la  actualidad,  un
 de opiniones contrarias emitidas por otros profesionales. No obstante   monumento erigido en un predio del hospital Francisco J. Muñiz
 las  citadas  disidencias,  a  partir  de  marzo,  los  casos  fueron   recuerda a este sacrificado y heroico profesional.
 incrementándose de tal manera que las defunciones que provocaba   En marzo 19 Mardoqueo Navarro anunciaba en su diario que los
 alcanzaron  el  increíble  número  de  337.  El  miedo  comenzó  a   médicos recetaban desde su consultorio y que el presidente huía. En
 extenderse como un reguero ante la amenaza que planeaba sobre la   efecto, En esos momentos de tribulación. Sarmiento se alejó de

 ciudad. Diariamente moría el doble de personas que en tiempos   Buenos.  Aires.  Lo  malo  fue  que  lo  hizo  estrepitosamente,  con
 normales.
      ostentación, rodeado de una llamativa escolta de setenta individuos,
 La epidemia no se limitaba a abarcar un barrio habitado solo por   a ojos vista de la población y embarcado en un tren especial. “La
 cocoliches,  sino  que  iba  estallando  un  poco  por  todas  partes,   Prensa”  bramó  iracunda  en  un  editorial  titulado:  “El  presidente
 mostrando una perversa vocación democrática, sin discriminaciones   huyendo”. Decía el artículo: “Hay ciertos rasgos de cobardía que dan

 raciales  ni  distingos  sociales.  Los  inmigrantes  de  procedencia   la medida de lo que es un magistrado y de lo que podrá dar de sí en
 italiana, hacinados en los conventillos del barrio sur, parecían ser los   adelante, en el alto ejercicio del cargo que le confiaron los pueblos”.
 más castigados.  Para colmo, el general Mitre, otrora presidente, no solo aceptó cubrir

 A partir del 6 de marzo la devastadora epidemia arrojaba la increíble   un  modesto  puesto  de  combate  durante  la  epidemia  sino  que
 suma de un centenar de muertos por día. Los hospitales colmados   recorría las calles porteñas, indiferente al peligro que lo rodeaba.
 de enfermos no daban abasto. Con la finalidad de dar una urgente   Tanto él como su hijo enfermaron de fiebre amarilla, superando

 solución al problema, se creó el Lazareto San Roque en el predio que   afortunadamente el trance. Muchos historiadores opinan, hoy en día,
 hoy  ocupa  el  Hospital  Ramos  Mejía.  Más  tarde  la  Sociedad  de   que no había derecho a juzgar maliciosamente a Sarmiento --- que
 beneficencia y el hospital Italiano se sumaron para dar albergue a la   fue un hombre valiente --- por flaquear frente a una peste que
 enorme cantidad de nuevos enfermos que, día tras día, crecía en   mataba al 50 por ciento de la población.

 proporción alarmante. Pero todo fue en vano. La ciudad entera era un   Como en toda debacle, no faltó el costado tragicómico. Escenas de
 inmenso hospital. Huían jueces, curiales y médicos. Un número de   humor negro sucedían día tras día. Eran tantos los muertos que ni
 estos últimos que oscilaba entre los cincuenta y sesenta, permaneció   tiempo había de cerciorarse de la defunción. De manera que más de
 en la ciudad, cubriendo la emergencia con valor y sin horario a una   un  desdichado  era  despachado  al  cementerio  antes  de  tiempo,
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