Page 89 - Revista Amanecer Online AGO/SEP 2022
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AMANECERONLINE El fantasma de la fiebre amarilla 87
generando escenas de verdadera tragedia. Los coches fúnebres eran mortífera en los anales de Buenos Aires --- los muertos
reemplazados por carros donde se apilaban muertos como objetos. alcanzaban a 400 por día --- la comisión destinada al control de la
Muy pronto acabaron también los ataúdes o llegaron a costar una epidemia pide el incendio de los conventillos por haberse constatado,
fortuna. Buenos Aires no contaba con muchos carpinteros, y los en uno de ellos, 72 muertes. El domingo 9 de abril, Pascua de
pocos que había huían. Como el problema de los muertos requería Resurrección, hubo 501 fallecido por la epidemia.
resolverse con urgencia, se emplearon carros de basura para la triste Para esa fecha, Buenos Aires prácticamente había muerto. Escuelas,
tarea de su acarreo. Buenos Aires vio traquetear por sus polvorientas teatros, confiterías, comercios, iglesias, bancos, oficinas y hasta
y desiertas calles esos tétricos vehículos cargados hasta el tope de casas particulares eran fieles exponentes de la desolación.
cadáveres.
Las innumerables casas en construcción no solo vieron detenidas
En medio del desastre no faltaron los pescadores en río revuelto. sus obras sino que muchas de ellas fueron levantadas, ofreciendo a
Cientos de casas abandonadas se ofrecían tentadoras para los la ciudad el triste espectáculo de sus ruinas. Debido a que la
delincuentes. Los saqueos eran ejecutados en cómodos carros de población, sumida en el espanto, huía a lugares alejados, los
mudanza sin poder ser reprimidos por los agentes policiales, quienes comerciantes, hasta ese momento prósperos, fueron
a pesar de ofrecer su colaboración a las autoridades se veían insolventándose de a poco hasta declararse en quiebra. Nadie
desbordados por la cantidad innumerable de hechos delictivos. pagaba sus deudas. Una ola de suicidios, neurosis, alcoholismo y
En marzo 29 Mardoqueo Navarro anunciaba en su diario: “Se delincuencia transformó la ciudad en un foco temible de inseguridad,
entierran vivos. Muere un 70 por ciento sin asistencia.” El artículo y de terror, donde los agentes del orden brillaban por su ausencia.
daba cuenta de un señor Pittaluga que, rumbo al cementerio, Los argentinos, acostumbrados a acusar a los gobiernos de turno de
resucitó a mitad de camino. En el número correspondiente al 15 de la falta de prosperidad, no podían comprender que alguien invisible,
abril, el diario informaba el caso de un enfermero que al tomar un desconocido y por lo tanto inatacable, se había convertido en el
descanso, después de cinco días de intenso trabajo, se pescó una protagonista del horror. Cuando todo parecía irremediable, el
borrachera. De regreso a su casa, cayó desvanecido en la calle, con fantasma de la Fiebre Amarilla, que prometía con su agresividad
tanta mala suerte que un carro recolector de cadáveres lo levantó, minar la fe y la esperanza de los argentinos hasta sus últimas
confundiéndolo con una víctima más. Afortunadamente, el presunto consecuencias, fue paulatinamente abandonando el escenario del
cadáver despertó a tiempo en el fondo de una fosa común, a punto horror. El 11 de Abril--- anunciaba Mardoqueo Navarro en su
de echarle encima las primeras paladas de cal.
En la primera quincena del mes de abril, considerada la más diario--- murieron 361 personas, cifra que descendió a 89 el 23 de
abril. La población que se había esfumado de la ciudad a