Page 82 - Revista Amanecer - Octubre 2021
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      A las seis de la tarde, una hora después de la salida del colegio,
      se  paraba  el  país:  Radio  Splendid,  un  grito  largo:
      “aaaoooooaaa”    nada  menos  que  “Tarzán,  el  Rey  de  los
      Monos”. El que no tenía radio, rápido a la casa del amiguito.
      Eran  quince  minutos  de  emociones.  Luego  otros  quince
      minutos:  “Más  veloz  que  cien  locomotoras  juntas…
      ¡¡¡Superman!!!”.  Luego  el  programa  siguiente,  de  Salgari,
      radioteatralizado, ¡¡¡ Sandokan, el Tigre de la Malasia!!!   El
      derroche de emociones vendría luego a las 20hs: “El León de
      Francia”. ¿Adónde vas León? ¡Voy a París, a defender a mi
      amada! ¡la pucha!, ¡¡¡cabalgábamos con él!!! Para las mamás,

      hermanas mayores y abuelas, la dulzura lacrimógena eran los
      “Pérez García” una familia que vivía en el suburbano y que casi
      siempre por algún préstamo o hipoteca estaban por perderla. El
      postre eran los sábados, durante una hora, una película en
      radioteatro. “Jabón Lux, el jabón de las estrellas, presenta…

      ¡Adiós  Lolita  Torres!  y  su  cantos  españoles,  Canaro  y  sus
      tangos, Antonio Tormo, y su “Rancho e´la Cambicha”   Todo
      música del paisanaje. Adiós radio amiga… de tardes y noches
      de lluvia.


      Del cine ni hablemos, ¡que felicidad! salas de barrio repletas.
      Los martes, “día de damas”, producción nacional, y dramones
      románticos de todos los orígenes. Siempre eran tres películas a
      la tarde o a partir de las l9 hs, sección noche. Fines de semana
      otras tres, casi estrenos, con todas las aventuras inimaginables.
      Precio la entrada en el año 1956 era de 80 centavos.

      En algunas esquinas, estaba ubicada otra terrible tentación, el
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