Page 84 - Revista Amanecer - Octubre 2021

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¡Hola muchachos ¡¿Jodemos (jugamos) un rato?
Una latita de conserva vacía, un agujerito en el fondo, un hilo de
30 cm, un palito, tomado de un broche de ropa, listo un balero.
Dos botones grandotes de un viejo tapado o sobretodo, unidos
por sus agujeros con pedacitos de escarbadientes, hilo de coser
y terminado un” yo-yo”. Una caña de 60 cm. Cortada en cuatro
a lo largo, hilo, papel fino, más hilo, trapo para la cola, dueños de
un barrilete. Un aro de una ex rueda de triciclo, un alambre
grueso doblado en U en la punta y listos para hacerla correr por
toda la vereda. Una soga de tres metros y las nenas inventaban
mil juegos. Un zoquete viejo lleno de trapo, atado y cosido en

forma redonda y flor de partido de fútbol. Yo que se, cuarenta
juguetes más armados con cualquier desperdicio, Jugar era
nuestro ingenio y derecho, para eso éramos “los únicos
privilegiados”, como decía la propaganda de Juan Domingo.

Las delicias eran muchas, por ejemplo tocar timbres y salir
corriendo. Complotarse, traer huevos frescos de casa y desde la
vereda de enfrente bombardear en la oscuridad a una pareja
que parados contra la pared de alguna fábrica estaban
“¡chapando! (haciéndose caricias) no más que eso, porque en
esa época la novia “se hacía respetar”. Luego salir corriendo.

Por supuesto en el Colegio primario, de siete años de estudio,
sábados incluidos, con simples hojas se fabricaban avioncitos y
flechas. Tirando con gomitas, pedacitos de papel bien doblados
en U, terribles proyectiles. Los chicles estaban prohibidos, te los
pegaban en la cabeza y te tenían que cortar el pelo. El “Gofio”
era otra golosina antigua, también prohibida (mezcla de azúcar
y harina de maíz, impalpables, en sobres de celofán) no se
comía. Servía muchas veces para atacar el guardapolvo del