Page 36 - Revista Amanecer Online AGO/SEP 2022

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Otro concepto – el de forma – se emplea comúnmente para
describir este fenómeno estructural. En todo el reino de los seres
vivientes existe una ley o hábito natural que expresa una tendencia
formativa, o sea, que podemos hablar de un “principio formativo”
fundante en la organización biológica.
La “forma” es una de las ideas más antiguas del hombre. Los
griegos tenían numerosas teorías sobre las formas perfectas, desde
las formas eternas (Eidos) de Platón hasta las relaciones cuantitativas
del espacio de Euclides, y el estudio de Pitágoras sobre el número y
la geometría. En la Edad Media, decíase que cada clase de entes
poesía una Esencia (essentia o quidditas) y a esa esencia no se la
consideraba una cualidad estática sino más bien una fuente de
actividad. A la realidad más profunda se la consideraba compuesta
por innumerables esencias, y la tarea de la filosofía era aprehender
esas esencias. La esencia de todo era la base del ser de la cosa, lo
que hace que la cosa sea lo que es (talidad).
Para los filósofos medievales las formas observables en la naturaleza
no eran entidades estáticas, sino encarnadas en el sentido del Eidos
de Platón . A la fuente de estas Ideas Eternas se la consideraba como
la “mente universal”, el dominio y el depósito de ideas que pudieron
pensarse. La mente universal se asemeja al concepto de Jung sobre
el Inconsciente Colectivo.
Una nueva compresión de los principios formativos del universo nos
ayudaría a entender las teorías de la Física, la organización biológica
y el accionar de la mente humana. En este universo todo tienen
laguna relación con nuestra propia naturaleza, sus necesidades y
potencialidades. Todo proceso cósmico refleja alguna vibración en
Los arquetipos enunciados por Carl G. Jung: su conciliación filosófica y científica 35
nosotros mismos y evoca alguna vivencia afectiva, aunque no
tengamos consciencia de ello. Es lo que los filósofos herméticos
expresaban en la concepción de la Unidad Cósmica, la relación entre
Macrocosmo y el Microcosmo.
La más perfecta analogía simbólica se encuentra en el texto sagrado
de la Filosofía Hermética, titulado La Tabla de Esmeralda:
“Es verdad, sin mentira, cierto y muy verdadero. Lo que está abajo,
es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que esta
abajo, para cumplir el milagro de la unidad. Así, todas las cosas han
sido y han venido de una, así, todas las cosas que han nacido de esta
cosa única, por adaptación.” (1)
En esta inscripción, la unidad cósmica se halla sustentada por un
triple principio de la analogía entre el mundo exterior y el interior:
a) la unidad de la fuente o del origen de ambos mundos;
b) el influjo del mundo psíquico sobre el mundo físico; y
c) el influjo del mundo material sobre el espiritual.
En términos actuales, podemos decir que, puesto que el universo es
un proceso total (universo significa “giro del uno”, “vertiente del
uno”) y consiste en innumerables campos interactuantes de energía,
el campo energético de todo hombre individual se relaciona
íntimamente con el campo energético más vasto de su circuvalante
ambiente cósmico.
En la esfera psicológica la principal obra que se ocupa de los
principios formativos universales es la de Carl G. Jung. Este pensador
demostró más allá de toda duda, que los agentes primarios
motivadores de la vida en la Psique individual y las pautas