Page 38 - Revista Amanecer Online Abril 2022
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“Para leer me tapaba las oreja… los países lejanos que encontraba
en esas aventuras jugaban familiarmente entre sí como copos de
nieve. Y como la lejanía que, cuando está nevando, conduce nuestros
pensamientos no hacia un horizonte más ancho sino al interior de
nosotros mismos, Babilonia y Bagdad, San Juan de Acre y Alaska, se
encontraban en el interior de mí mismo.”
Especialistas como la antropóloga francesa Michele Petit (2001) ven
a la lectura como una apertura hacia el otro, hacia una serie de
intercambios que solo son posibles en ese encuentro que tienen que
ver con la lectura como una práctica social. En el caso de Sarmiento
esto fue posible pues tuvo un importante espacio de intercambio
cuando leía con su tío, el presbítero Juan Pascual Albarracín todos los
días LA BIBLIA, discutiendo con él su contenido durante un año.
Todas estas lecturas comienzan a formar a Sarmiento como un lector
que leía todo cuanto llegaba a sus manos. Según él señala otro de los
grandes hallazgos fueron las biografías de grandes hombres y
mujeres que le permitieron conocerlos y admirarlos. De esa gran
cantidad de lecturas hay una que se destaca particularmente que fue
la BIOGRAFÍA DE BENJAMÍN FRANKLIN. En esa experiencia lectora,
este joven lector se identificó con el personaje y se sentía Franklin
pues lo unía a él la pobreza y el amor por el estudio.
Cada una de estas lecturas formó al Sarmiento que todos
conocemos. En su biblioteca mental estaban esos grandes héroes de
la antigüedad pero también Enrique IV, Mme. Rolland, el Génesis, el
Apocalipsis, la obra de Nebrija, entre otras tantas lecturas.
Seguramente Domingo Faustino Sarmiento también estuvo