Page 74 - Revista Amanecer - Octubre 2021
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calles. Luego a la noche pasaban unos viejos camiones o con
carros grandes y caballos con otro tipo de “mussolinos” eran los
“basureros”, que cargaban la basura en las esquinas y recogían
“los tachos”, casa a casa, latas grandes o cajones de madera,
donde se tiraban los desperdicios hogareños. Se volcaban y
vacíos quedaban en la acera para luego ser guardados y
vueltos a usar en las casas.
Ni que contar el placer que podían entregar. Había un “deporte
popular” entre los 9 a los 14 años, que exigía cierto coraje y era
“salir en barra”, alguna noche, “a patear tachos”. Esto
reclamaba la estrategia de ir varias cuadras más lejos, para que
no se armara “quilombo”. Es decir escándalo, al ver madres y
abuelas que “tempranito” barrían y lavaban las veredas de sus
casas con sus baldes y escobas, el desorden producido.
Lo de “mussolinos” merece una explicación. Este nombre fue
dado popularmente a los trabajadores de la sanidad municipal
callejera en memoria de los barrenderos italianos, vestidos más
o menos igual, que enfrentaron duramente en su momento al
Duce con fuertes huelgas.
A finales de la década de los cuarenta e inicio de los cincuenta,
era aún importante “la tracción a sangre”. Aclaremos, “el
motor” de carros de todo tipo y “chatas” (grandes, pesadas y
playas) eran los nobles caballos y las orejudas mulas. Eso si, la
Municipalidad exigió que en verano les pusieran un sombrero,
por el sol, claro.
La noche era todo un mundo de misterio. Se cenaba “a las ocho
o nueve”, a las diez todos durmiendo. Bueno, esto sucedía en el

