Page 91 - Revista Amanecer - Octubre 2021
P. 91

Familias de la infancia                                                89



      Siempre he afirmado que somos por el esfuerzo, la voluntad, el
      talento. Pero también por una familia, por nuestros mayores,
      por  aquellos  maestros  que  nos  formaron  en  lo  ético,  en  la
      belleza,  en  la  búsqueda  permanente  de  otros  mundos.  El
      destino me deparó que conociera hombres que hablaran de
      solidaridad, de compromiso, de indulgencia; que señalaran una
      lírica hospitalaria, una demagogia no deseable, una sociedad
      menos infame.

      He  adoptado  con  fervor  otras  familias  protectoras  que  nos
      ofrendaron  cariño,  lucidez,  felicidad.  Las  familias  que  fui
      conociendo en mi infancia – a través de mis hermanos mayores,
      a  través  de  mis  amigos  –  fueron  extranjeras.  Italianos,
      españoles  (particularmente  gallegos),  franceses,  polacos,
      ucranianos, belgas o judíos belgas. Todas ellas me hicieron
      palpitar  el  fervor  de  sus  mundos,  de  sus  hábitos,  de  sus
      comidas. Sus comidas fueron parte de mi cultura como sus
      retratos y sus historias. En todas descubrí países y la lucha por
      la libertad. Rozaban -a veces- la épica, la protesta social, el
      desengaño.  En  sus  casas  palpité  idiomas,  guerras,
      persecuciones, campos de concentración, números azules en
      antebrazos, la íntima y cálida memoria de sus miradas.

      En  cada  casa,  en  cada  hogar,  se  registraban  nombres
      socialistas,  libertarios,  sabios  judíos,  pensadores  o  líderes
      europeos, mártires y proverbios, lecturas bíblicas, imágenes de
      santos.  Así  evoco,  no  sin  emoción  las  familias  Bernardini,
      Crespo,  Fraga,  González,  Kurchan,  Khon,  Bonilla,  Rubeaux,
      Fenara, Caporazzo, Sielski…
   86   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96