Page 47 - Revista Amanecer Online
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Palabras para un lector poco atento
fue ganando espacio. Un pueblo – o una gran mayoría – se acomodó
a nuevos tiempos. Felices; nadie quiso pasarla mal. La estupidez se
fue presentado como una norma, la falta de ideas creció en lo
subcultural. El desguace se generalizó, se hizo cotidiano. Me
persigno, me hago un tatuaje, compro dólares.
El populismo no descansa, toca el bombo y gesticula. Instaló, entre
otras minucias, la pobreza estructural. Ha mancillado los derechos
humanos, las luchas sociales, la dignidad de nombres relevantes, los
ideales puros e ingenuos de la juventud. Ha tergiversado huelgas,
homenajes, símbolos, leyendas. Enfangó sin pudor en nombre de
una supuesta revolución. Junto a ellos los distraídos, los burócratas.
Y aquí estamos, aquí estamos.
Las asimetrías sociales crecieron hasta la indignación. De unos
pocos, sin apelaciones a la Inquisición. Pobreza, miseria, penuria,
sordidez, desocupación, malversación de bienes y de memoria.
Muchos eligieron zafar, pasarla bien, sin responsabilidad. Lo pasivo
reemplazó actitudes nobles, compromisos fundamentales. Sin lógica
el futuro es fácil de discernir. La impudicia, el desparpajo, la
inmoralidad cubrieron aulas, hospitales, letrinas, calles, orfelinatos,
empresas, fábricas, estadios, jardines de infantes. Ni hablar de
sindicatos, partidos políticos, sagrados oficios desventurados o
universidades. Para completar: un Santo Padre argentino y peronista.
Como usted puede observar no nos falta nada.
La degradación es económica y cultural. Los valores – para una gran
parte del país – se volatirizaron. Desaparece la civilidad, desaparece
la república. Villas miserias, crímenes, decrepitud, orfandades,
certidumbres patológicas, falta de educación, descortesía,