Page 48 - Revista Amanecer Online Abril 2022
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familiar y a su honrosa profesión de maestro. Por fortuna mejoró
pronto. El nódulo no solo desapareció sino que para suerte de todos
le permitió seguir cantando.
Sin embargo, su carrera como tenor no fue fácil. Después de cantar
en los teatros de ópera regionales más pequeños de Italia, donde la
competencia era mucha, en abril de 1961, hizo su debut como
Rodolfo en La bohème en el Romolo Valli Municipa Theatre, de Reggio
Emilia, en el norte de Italia. Fue un verdadero e inesperado triunfo.
Eso lo llevó a su primera aparición internacional, donde cantó en
Belgrado La traviata. Un año después debutó en la Ópera Estatal de
Viena en el mismo papel. En marzo y abril de 1963, la ciudad de
Viena pudo escuchar a Pavarotti de nuevo como Rodolfo y como
duque de Mantua en Rigoletto. El mismo año dio su primer concierto
fuera de Italia cantando en Dundalk, Irlanda, para la Sociedad de
Gramófonos de Santa Cecilia, y se sumó el debut en la Royal Opera
House, donde reemplazó a su admirado Giuseppe Di Stefano como
Rodolfo.
Esos primeros papeles no lo impulsaron inmediatamente al estrellato
que más tarde disfrutaría. “Un golpe de suerte o la mano de Dios -
diría él -. Me llevaron sorpresivamente ante la sublime Joan
Sutherland y su esposo, Richard Bonynge, que era su productor. Ellos
habían estado buscando a un joven tenor más alto que ella para que
la acompañara en su viaje a Australia y mi altura, y creo que mi voz
también, eran ideales”. Ambos hicieron unas cuarenta actuaciones
en dos meses, y Pavarotti más tarde le reconoció el mérito a
Sutherland por la técnica de respiración que lo sostendría durante su
carrera. “Joan fue una autentica maestra para mí”, reconocería.