Page 62 - Revista Amanecer - Octubre 2021
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encargados de la seguridad o jueces, la situación terminaba en
un verdadero desastre. Generalmente los torneos se
organizaban para celebrar una fecha en especial, de esta
manera el organizador del evento enviaba a todas partes
heraldos (correos) para comunicar la realización en su feudo del
torneo. Era todo un acontecimiento social y el predio donde se
realizaba la justa se vestía de gala. Se congregaba gran
cantidad de público que en forma numerosa acudía para ver a
sus campeones y como no podía ser de otra manera, a raíz de
los torneos se “institucionalizaron” las apuestas. Las que
disfrutaban de todo este espectáculo eran las damas que llegan
vistiendo sus mejores galas esperando que algún caballero le
dedicara el triunfo. El torneo, a pesar de todas las medidas de
seguridad, resultaba un juego peligroso. Hubo muchos
accidentes fatales que le costó la vida a más de uno. Como no
podía ser de otra manera, ante estos acontecimientos, la iglesia
se opuso firmemente en primera instancia para luego
prohibirlos por un decreto cardinalicio. Se recuerdan
principalmente los decretos de 1131, 1139 y 1179, en ellos se
prohibió dar cristiana sepultura a los caballeros que resultaran
muertos en torneos pero ni aún así se dejaron de llevar a cabo. El
motivo por el cual la iglesia quería parar estos eventos era la
mortandad de nobles que había. Según constan en registros
alemanes medievales, en un torneo celebrado cerca de la
localidad de Magdeburgo en 1175 murieron 17 caballeros. Peor
aún fue el realizado en Nuess, cerca de Colonia, también en
Alemania en 1240, allí perdieron la vida ¡61 caballeros!, todos
ellos de las mejores familias nobles de los más importantes
feudos alemanes. ¿Cómo era posible que los torneos
degeneraran en actos de extrema violencia cuando justamente

